Cada día
está lleno de sus sonrisas robadas, y voy pasando la goma de borrar por el rojo
intenso de mis sueños. Consigo unos tonos suaves que almaceno en mi memoria,
para que mis palabras no me traicionen.
Hay una
fina e invisible muralla, que me hará andar del otro lado, y no hay una
lanzadera que me impulse a volar. He sujetado mis alas con un bello lazo de
color imposible, y la brisa me acompaña en el filo en que paseo, haciendo
agradable mi estancia en lo inverosímil. Un instante de ternura alimenta al ave
prisionera, y el sentimiento de un cielo tan azul resarce su inquietud.
Mi
incauto corazón no escuda sus andanzas, y entre sedas se pierde sin que yo lo
sujete. Sobre el silencio pasará el tiempo, y quizá acalle su interna trova
ardiente.
Un instante
feliz, vale una vida.
Hada